lunes, 8 de febrero de 2010

Catedrales del siglo XXI

Antes de nada, muchas gracias por vuestras ánimos y aportaciones, a ver si va cogiendo esto cierto ambiente...
Hablando con un familiar no hace mucho surgió el tema que pretendo comentaros en este nuevo post. Después de cierta conversación, salió como colofón la frasecita siguiente: "Está claro cuáles son las catedrales de ahora". Después estuve madurando la idea en algunos de esos momentos en los que me quedo embobao y ahora me propongo compartirla con vosotros.
Cuando oímos hablar de una catedral, a todos nos viene a la cabeza una imagen de un edificio grande, religioso, con cierta importancia, y en muchos casos, vistoso cuanto menos. Quizás en el siglo XV, esto no era exactamente así. No pretendo dármelas de historiador porque no tengo demasiada idea, pero sí que hemos oído todos muchas veces decir que en aquel tiempo la catedral no era meramente un templo religioso, sino que tenía una función mucho más amplia, era el centro de la vida de la ciudad, donde se reunía el pueblo para desarrollar su día a día...
Dejando volar mi imaginación y olvidándome por un momento del rigor y la veracidad de los posibles hechos de por aquel entonces, me imagino un mercado en la puerta de la catedral, juglares por todos lados consiguiendo que la gente se divierta, discursos, manifestaciones civiles y religiosas donde la gente expone sus pareceres... En fin, multitud de eventos, necesarios para el pueblo, centrados en ese lugar.
Ahora bien, y volviendo al principio, para nosotros una catedral no tiene mucho ver con esto. Entonces, "¿cuáles son las catedrales del siglo XXI?" Por momentos la respuesta parece evidente: los centros comerciales.
No sé si habéis tenido alguna vez la oportunidad de sentaros en uno de esos bancos que hay en los centros comerciales y pararos a visualizar todo lo que estaba pasando a vuestro alrededor. Yo sí. Empiezas a ver niños que juegan sin parar, ya sea en actividades preparadas o en las que se organizan ellos mismos. A sus padres conversando con amigos sentaditos en un bar, o haciendo las compras de la semana en el hipermercado. Mientras hacen las compras se encuentran a más gente conocida y se paran a charlar con ellos un rato, mientras los abuelos están sentados junto a ti observando a la gente que pasa por delante suyo, como si fuese aún más entretenido que la propia televisión. Cientos de personas en su puesto de trabajo, otras cuantas asistiendo a un concierto en el bar de la planta de arriba e incluso algunas recibiendo una charla sobre temas muy diversos. Jóvenes que entran directos a la zona de marcha anexa al centro comercial y otras muchas personas que simplemente van ahí porque es donde hay jaleo, donde hay más tiendas o donde te puedes encontrar a más gente (a lo mejor hasta puede surgir el amor). Está claro que el centro comercial se convierte en un instante en el centro de la ciudad.
Y entonces, ¿simplemente hemos cambiado de lugar? Bueno, pues es más que probable que no sea sólo eso. Hay unos intereses detrás, hay un estilo de vida impuesto y hay una apuesta clara por el consumismo. Parece como si de forma sibilina algo se haya apoderado de nuestros pensamientos y por eso le encontramos tanto atractivo a las compras, al dinero, al prestigio, a la moda... No pretendo que se destruyan los centros comerciales, pero si nos quitamos por un momento el consumo de la cabeza, resulta cuando menos extraño que el centro comercial se haya convertido en "una catedral".
Y me despido con estas dos preguntas: ¿un centro comercial es un lugar de reunión de personas con un nombre relacionado con el consumo? ¿o es una máquina del consumo disfrazada de lugar de convivencia?

2 comentarios:

a ver me voy a mojar un poco (como este sábado en la fuente de Coca) jajaja

Yo creo que nuestra sociedad es consumista 100% en su mayoría (aunque siempre hay excepciones) y que la vida de ocio gira entorno a los centros comerciales porque ofrecen un amplio abanico de posibilidades (tiendas, entretenimiento para niños, cine, bares, restaurantes, etc) que a la gente le gustan.

Por otro lado, opino que hay unos empresarios detrás de estas "catedrales del siglo XXI" que han sabido ver esta oportunidad de negocio en el mercado y la han aprovechado, al satisfacer múltiples necesidades de ocio simultáneamente.

Lo que está claro es que nadie está obligado a asistir a estas "catedrales" si no quiere, y que en ellas se crea un entorno más adaptado a satisfacer las necesidades de esta época actual, al igual que en el pasado las catedrales satisfacían las adapatadas a esa época.

"Al contemplar Enrique Heine la catedral de Amberes, exclamó: «Aquellos tiempos tenían dogmas. Nosotros no tenemos más que opiniones. Y con opiniones no se edifican catedrales».

Es muy fácil dejarse contagiar por el ambiente, y más cuando está saturado de sofismas. Olvidamos entonces que sólo la Iglesia tiene dogmas y levanta catedrales. El intelectualismo escéptico fabrica dudas y levanta telarañas religiosas."

Ciertamente es curioso descubrir a ese hombre que olvidó las llaves al salir de su casa, fuera de su INTERIOR... Cuando uno no puede entrar en el INTERIOR de su casa, sencillamente permanece fuera. Y muchos meses del año, hace frío en la calle. La vida no es fácil..., a veces es dura... Y una manera de no pasar frío es ir de tiendas, comprar, llenarse desde fuera, con lo que no sacia la sed del corazón...

Así, el hombre de hoy, post-moderno hasta la médula, en vez de llenarse en la Presencia de Aquél que espera en el silencio (ya en el siglo XV), prefiere llenarse con el ambientillo que se genera alrededor del espectáculo y la materia.

Corazón sediento..., hombre en búsqueda...

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