Marcha por las Hoces

En el camino de nuestra vida vamos acompañados siguiendo a Aquel que nos guía

Un lugar preferido

Las maravillas de nuestro mundo, el amor por la naturaleza, el asombro ante la Creación.

Subida a la Collada

Cuestas, subidas y bajadas, obstáculos, piedras en el camino... Todo nos hace crecer.

La barca cerca del océano

Navegar por el inmenso mar. Momentos de silencio, de tranquilidad, de paz, de búsqueda interior...

Salida de las hoces

Al final del camino descubrimos la recompensa a todo nuestro esfuerzo.

jueves, 22 de abril de 2010

No me digas que no (I)

Yo no sé cómo aún hoy en día, en los tiempos que corren, a algunos padres y educadores se les ocurre la brillante idea de prohibir cosas a sus educandos. ¿No van a ser capaces de aprender de una vez por todas que hay que dejarlos ser libres? ¿No se dan cuenta de que prohibiendo las cosas las van a hacer más adrede? ¿Son tan tontos como para no enterarse de que cuando les piden mil veces una cosa es porque de verdad lo quieren? ¿No se dan cuenta de que si los quieren hacer felices de verdad, lo mejor es que les den todo lo que pidan y que les dejen hacer lo que quieran? ¿Por qué se empeñan en acotar sus múltiples experiencias de vida?
Prohibir, prohibir, prohibir... ¡qué manía! ¿No sería mucho más fácil que cada uno pudiese hacer lo que quisiera? ¿Por qué no podemos ser libres para hacer con nuestra vida lo que nos venga en gana? Yo lo tengo claro... Pueden prohibir lo que quieran, que yo voy a hacer lo que me apetezca y cuando me apetezca. Porque para eso vivo en un país libre y mi vida es para disfrutar y pasarlo bien, sin tener que pensar en si lo que hago afecta a alguien o no. Y mis hijos, por supuesto, harán lo mismo. Les daré plena libertad para hacer lo que quieran, siempre que pueda les daré todo lo que me pidan (que para eso son mis hijos) y ya me encargaré yo de enseñarles que la vida es para disfrutarla a tope, "que la vida son dos días" y no estamos aquí "para comernos la cabeza".
Además, los niños de hoy en día son muy "espabilaos", y en seguida saben lo que quieren y lo que no. Nunca me entrometeré yo en sus decisiones, y en todo caso, sólo lo haré para que pierdan lo antes posible la inocencia típica de los niños, que no quiero yo que sean los "tontitos" del grupo.
Y por favor, por favor, por favor... que no venga nadie aquí a darme clases de educación y a decirme cómo tengo yo que educar a mis hijos. ¿Pero quién narices se piensan que son para darme consejos sobre mis hijos?... ¿Qué se piensan? ¿Que mis hijos van a ser como esos que salen en la tele?
Porque lo que sí que es triste son esos casos que se ven cada vez más a menudo entre los adolescentes y los niños. Esos chicos y chicas que no respetan ni a sus padres, ni a sus amigos, ni a nadie; son violentos, seguro que están metidos en malos rollos, van con malas compañías y encima sus padres lo consienten. Eso está claro que es culpa de la educación que reciben en el colegio. Porque en la escuela es donde tienen que aprender las cosas importantes de la vida, porque sus profesores son los que los tienen que educar y enseñar que esas cosas no se deben hacer. Si los educaran bien, estas cosas no pasarían, y es que el sistema educativo cada vez va a peor... ¡Ahora ya no se saben ni los ríos!
¡Qué vergüenza! Seguro que sus padres no les daban todo lo que querían y les estaban prohibiendo cosas continuamente. No como yo, que los tengo apuntados en todas las clases extraescolares que puedo y cuando llegan a casa, les tengo preparada la cena para que puedan ver la tele mientras yo recojo la cocina.
Menos mal que a mis hijos nunca les pasará nada de esto.

martes, 13 de abril de 2010

Ricos extranjeros vs. pobres inmigrantes

En esta ocasión no he buscado un título original o un título que aloje dudas en el lector sobre el tema del que voy a hablar, sino que he pensado en uno mucho más directo, un título que va directo al grano: el tema de la inmigración.
Creo que este es uno de los temas sobre el cual mis ideas y reflexiones son más utópicas. La utopía (o la fe, no lo sé) se apodera de mí, y me hace tener una visión clarísima sobre el tema y sobre la situación mundial "ideal". Tanto es así, que llevo mucho tiempo pensando en que yo soy el único (o casi) que piensa sobre este tema como yo lo hago... Sin embargo, un día me crucé con un díptico que venía a decir muchas de las cosas que yo pienso y que lógicamente me hizo pensar que ya no era un bicho tan raro. Lo que me sorprendió más aún fue que este díptico era ¡de un sindicato! Está claro que no conozco bien la labor de estas entidades. O eso, o es que otro mundo es posible...
Empecemos por el principio. ¿Por qué existen los términos migración, emigración e inmigración? Pues si dejamos a los animales a un lado, está claro que existen porque existen los países y por tanto, las fronteras. Seré sincero... ODIO esta palabra. Me surgen miles de preguntas: ¿Hubo siempre fronteras? ¿Cuándo se formaron las fronteras? Y el meollo de la cuestión ¿Por qué se formaron? Pues la verdad es que no sé mucho de esto (creo que esta frase la usaré muy a menudo), pero me da que en la gran mayoría de los casos, las causas no fueron nada buenas, incluso las maneras seguro que tampoco lo fueron y probablemente hubiera dos bandos enfrentados: los agraciados y los desgraciados.
A mí me gusta decir: "Quiero un mundo sin fronteras". Y la respuesta inmediata de cualquiera siempre es: "Eso es imposible". Hoy en día, las fronteras significan e implican una gran barbaridad de cosas. Incluso algunas de ellas pueden parecer muy buenas para la sociedad, como el amor por los colores de un país, la emoción al escuchar el himno de un país cuando gana un deportista paisano o más importante aún, la diversidad cultural. Aún así, yo no puedo olvidar que la mayoría de las fronteras producen separación, enfrentamientos, desigualdades, desgracias e incluso odio. Voy más allá, existen muchos tipos de fronteras: unas más severas, otras casi imperceptibles; las fronteras reales, las fronteras virtuales (y no me refiero a Internet); las fronteras físicas, las políticas, las raciales, las culturales... Algunas de ellas las hemos suavizado (como por ejemplo la UE) y otras las hacemos día a día más sangrientas, aunque ni siquiera exista la línea que divide el SÍ del NO (norte/sur).
Por otro lado, es muy habitual ver hoy día un montón de iniciativas y hechos que superan fronteras y fronteras: viajes de fin de curso en los lugares más lejanos posibles, becas de estudio fuera del país de residencia, seminarios de gran variedad de culturas, programas de televisión y documentales sobre diferentes lugares del planeta, preocupación desmedida sobre algún hecho trágico que ocurre en cualquier rincón del mundo, gestos de solidaridad con cualquier nación en caso de desastre natural... En definitiva, que hasta parece que nos queremos, que nos preocupamos por los demás y que deseamos conocer a gente de otras naciones o de otras razas. Pero, ¿esto en realidad es así?
Pues no lo sé, pero si es así, ¿por qué cerramos las puertas de nuestro país de forma tan tajante y firme a aquellos inmigrantes que llegan desesperados por la situación de su país? ¿Por qué nos sentimos amos y señores de nuestro país? ¿Acaso nos lo ha regalado alguien y es de nuestra propiedad? ¿Por qué existen tantos tópicos sangrantes sobre la inmigración, si su importancia debería ser nula al compararla con la relación entre dos seres humanos? En definitiva, ¿por qué tenemos tanto egoísmo y tanto odio a los de otra raza? ¿No tienen ya demasiada basura encima, que encima les tenemos que escupir? Y lo peor de todo, ¿por qué hay momentos en los que "nos acordamos de África" y del resto de países pobres, si después no estamos dispuestos a ceder ni un metro cuadrado de nuestra tierra?
Pues la respuesta no es sencilla, pero si que podemos aproximarnos a ella. Para que no existiesen todas estas preguntas, deberíamos pensar en los demás, y primero en los más desfavorecidos. Deberíamos creer en un mundo para todos. Todos somos personas iguales, y gracias a Dios tenemos un planeta para vivir. Deberíamos ser capaces de compartir este lugar, pero eso requeriría por nuestra parte algún esfuerzo... A veces nos tocaría dar parte de lo nuestro a otro, a veces nos tocaría pensar en el otro antes que en nosotros, y a veces nos tocaría ayudar a alguien que no nos va a dar nada material a cambio porque simplemente no lo tiene.
La pobreza y la riqueza sólo se diferencian en dinero. Las razas sólo se diferencian en el color de la piel. ¿Qué son estas dos "cosillas" en comparación con la inmensidad del universo interior de cualquier persona? Pues así de primeras, parece que nada, pero nosotros demostramos lo contrario a diario. Para terminar y enlazar con el título... ¿Por qué a las personas de otros países que vienen al nuestro y tienen dinero les llamamos extranjeros, mientras que al resto les llamamos inmigrantes? ¿Nos comportamos igual con unos que con otros?