viernes, 17 de septiembre de 2010

No me digas que no (II)

(Esta entrada es continuación de otra anterior: "No me digas que no (I)")
Hace ya bastante tiempo que escribí la entrada de la que proviene ésta, y parece que cuando leíamos aquella, todos pensábamos algo así como: "¡Qué desastre de padre!" Creo que es el único post en el que me he puesto del lado opuesto para que se entendiera mejor lo que quería decir, y es que es algo tan patente en nuestra vida diaria, que parece que el padre que trata así a sus hijos (consintiéndoles todo y dándoles todo lo que le piden) es el mejor de los padres.
En nuestra sociedad, es muy habitual encontrarse con casos parecidos a éste. La sociedad va asumiendo como "buenos", "normales" o "lógicos" ciertos comportamientos o maneras de actuar en la vida, que después, tras recapacitarlos y pensarlos uno mismo, se comprueba que no tienen ni pies ni cabeza. Puede ser así, pero poco a poco se adentran en la sociedad y después no hay nadie que pueda cambiarlos... Como esto daría para hablar durante lustros sin fin, me voy a centrar en el tema que aquí nos acontece.
Quizás sí que tengamos claro que ese padre está educando mal a su hijo. Quizás también tengamos claro que la sociedad lo ve como lo normal, lo bueno. Y quizás pensemos incluso que esa visión de la sociedad está equivocada y que los que la comparten se van a confundir en sus decisiones. Pero... ¿esto de verdad es así? Si pensamos en nosotros mismos, ¿estamos tan seguros de que pensamos lo contrario?
Para que sea fácil pensarlo, debemos partir de algo evidente: "Lo que (no) queremos para nosotros, (tampoco) lo querremos para nuestros hijos". Hablamos de unos hijos a los que no les dan todo lo que piden, a los que les enseñan que hay que esforzarse para conseguir los objetivos que se propongan, a los que les intentan enseñar que tienen que compartir sus cosas con los demás, a los que les prohiben hacer lo que está mal y a los que no les consienten hacer lo que les dé la gana. ¿Esto es lo que queremos nosotros en nuestra vida?
Pues sinceramente, voy a ser rotundo y voy a destrozar la intriga que pudiera suscitar este post, OJALÁ QUE SEA ASÍ. Desgraciadamente, puede que esté acercándome a la frontera de la utopía. Aún así, tengamos fe (¡cómo me gustan los guiños al título del blog!).
  • Hablar de no dar a alguien lo que pide y que además se tenga que esforzar por aquello que quiere en nuestro mundo consumista, parece una broma. No sólo no tenemos todo lo que queremos, sino que algunos se estrujan la cabeza para conseguir que necesitemos cualquier cosa inútil que ellos nos pueden vender. Y además, ¡lo consiguen! No hablemos ya de todos esos eslóganes y anuncios publicitarios que terminan con la frase "sin ningún esfuerzo para usted". En definitiva, nos gusta que nos den las cosas hechas. Este punto tiene mucha más miga, pero me quedo con este simple ejemplo.
  • Si hablamos de compartir lo nuestro con los demás, llegamos a curiosas disparidades. Pocos dudaríamos en dejar algo a nuestros amigos o familiares, pero la cosa cambia cuando tenemos que ceder el puesto a alguien en una cola, cuando se nos pide dinero para algo "de lo que no nos fíamos" o cuando nos tenemos que sacrificar nosotros para que otros puedan disfrutar. Y de esto último no hay que irse a casos extremos porque surgen mil situaciones a diario...
  • Y por último, ¿qué tal eso de que nos digan lo que no tenemos que hacer porque está mal y que no nos dejen hacer lo que nos da la gana?. Parece ser que hoy en día alguien que intenta regir su vida por unas "normas de conducta" está absolutamente trastornado, y por supuesto, que no se le ocurra intentar enseñárselas a los demás.
Bueno, pues parece que la cosa está complicada, y parece que esa visión de la sociedad no es tan lejana a nosotros. Eso que nos dice la teoría que debemos enseñar a nuestros hijos es bonito, pero es complicado. Y además, sabemos que de nada sirve decir cosas bonitas si después hacemos lo contrario.
Si no nos gusta que aquel padre trate así a su hijo, no permitamos que la sociedad y el "maravilloso estado de bienestar" nos empujen a hacer lo fácil, nos inciten a pensar que nada ni nadie puede decirnos NO y nos sugieran que lo ideal es no complicarse la vida. Porque en esta complicación hay una recompensa y esta recompensa ya no la voy a contar yo, sino que la debemos descubrir cada uno de nosotros.

2 comentarios:

Greetings from Bristol!!

Sólo para ir abriendo un poco de debate... El "maravilloso estado de bienestar" y el consumismo poco tienen que ver. El estado de bienestar nos propone hacer lo difícil: pagar más impuestos para que haya mayor igualdad, ser solidarios...

Por cierto, nos gustan esos guiños :-)

Cuánto podríamos hablar del estado de bienestar, ¿verdad? Tenía en mente escribir un post dedicado a él, pero creo que no lo podría hacer con suficiente rigor...

Con "maravilloso estado de bienestar" me refiero precisamente a la diferencia entre lo que suena que debería ser (al menos para mí), y lo que vivimos en realidad.
Por no extenderme demasiado, lo reumiría en que vivimos en un "estado de MI bienestar", y para mí hacer lo difícil y ser solidario sería un "estado de TU bienestar".

Publicar un comentario